martes, 11 de octubre de 2011

La educación como Alienación



Arturo Rivera Trejo
martes 23 de noviembre de 2010

El concepto de alienación fue desarrollado por Hegel en el terreno de la filosofía, y retomado más tarde por Karl Marx en su obra Manuscritos económico-filosóficos de 1844, donde se explica que la clase obrera se encuentra alienada a la fábrica por cuatro factores: 1) que en el proceso de producción el obrero no controla las formas de su propio trabajo; 2) que el producto de su trabajo, aunque le costó esfuerzo, no se le reconoce como suyo; 3) al ser el empresario dueño del trabajo del obrero durante el tiempo que es contratado, sus relaciones con el patrón no son de colaboración, sino de contradicción y de antagonismo; 4) siendo el trabajo lo que distingue al ser humano, ya que permite desarrollar sus capacidades, el trabajo se convierte en un medio, mero instrumento para la subsistencia, y no en un medio para la plena realización del ser humano y, así, no caer en las ataduras de la alienación.

La alienación significa entonces una dependencia a ciertas condiciones de trabajo, implica impotencia, subordinación, despersonalización y sujeción del individuo, o como señala el psicólogo M. Selman (1959): “…la alienación es una carencia de poder”, el hombre como un ser ajeno, extraño a sí mismo, desprovisto de potencialidades.

Sabemos que en el ámbito de la educación la alienación hace acto de presencia, pues existe la posibilidad de que la educación se convierta en un instrumento donde se generan condiciones de alienación. Los pedagogos S. Bowles y H. Gintis han utilizado el concepto de alienación en sus análisis sobre el proceso enseñanza-aprendizaje. Para ellos, es fundamental considerar el contexto social y político en el estudio de la cuestión educativa.

Específicamente, el trabajo alienado se refleja en el medio educativo cuando ocurren las siguientes situaciones: 1) la falta de participación del estudiante en la orientación de la educación que recibe; 2) la falta de control respecto a los contenidos del currículum; 3) la motivación al trabajo escolar que se realiza aplicando un sistema conductista de “castigos y recompensas”.

Por lo anterior, el estudiante no se integra realmente y conscientemente al proceso de conocimiento. El sistema educativo es alienante en cualquiera de sus niveles de estudio, el alumno no es un sujeto activo, sino pasivo del proceso enseñanza-aprendizaje. Entonces el estudiante egresado de una escuela o centro educativo necesariamente tendrá un perfil de egresado alienado, es decir, despojado de sus propias potencialidades.

Un profesionista con alienación mental, cubre con exactitud las expectativas de un mercado laboral que se rige por la lógica capitalista de disponer de profesionistas dóciles, subordinados, dependientes, sumisos, acríticos y conformistas, ajenos, extraños a sí mismos. El hombre (mujer) alienado(a) es incapaz de llevar una vida plena, porque su educación no le ayudó, o no la supo aprovechar para asimilar las reglas del juego social de manera objetiva y crítica, para no someterse a relaciones sociales alienadas caracterizadas por la perturbación, la desestabilización y la difícil comunicación. El sujeto alienado no tiene una actitud proactiva ni la capacidad para salir de su situación de dependencia.

Pero existe la posibilidad de que la educación se convierta en un instrumento para superar esa condición de alienación y despersonalización. Sólo si los procesos de enseñanza-aprendizaje retoman los discursos de la crítica y la autocrítica, entendidas como superación y no destrucción de aquello que se critica. Sólo si la educación descansa en los postulados de la filosofía y la ética críticas, no conservadoras y reaccionarias, que ofrezcan valores y pautas para la realización del hombre y adquiera una personalidad libre y plena.

La educación puede caer en la perversión de invertir lo que debiera ser la esencia de la educación; la formación de personalidades y no sólo la información. Informar es un proceso fácil e inmediato, pero la formación de personalidades es un proceso profundo y complejo que muchas veces confunde y paraliza al profesor que es acrítico, el que incurre en una educación tradicional, acrítica, mistificadora y magistrocentrista. En ésta, el profesor es el gran centro de atención de la enseñanza, sus clases son magistrales (según su propia creencia). En su mayoría, así son los profesores, los que dictan la clase, los que sienten volar su sabiduría sobre las mentes vacías de los estudiantes.

Los profesores autoritarios, en esencia, están contribuyendo a la alienación de los estudiantes, no contribuyen a una educación liberadora como lo decía Paul Frayre, los profesores autoritarios promueven una educación que encadena, que es dogmática y, sobre todo, enajenante. Se requieren muchos profesores, más y mejores, menos autoritarios y más democráticos.

Así estamos y así nos va.



Si anteriormente les comente sobre la educación enfocada a la libertad, hoy les mostrare el antagonista; la alienación. Este artículo nos presenta una serie de datos sobre la alienación, sus características, consecuencias y de más.
Como breve resumen podría decir que cuando utilizamos este contexto nos referimos a la enajenación. Al aplicarla a la educación y analizando el artículo expuesto una educación alienada; se enfatiza en llevar al ser humano de manera tradicional con una simple adquisición de conocimientos y conceptos básicos. No se enfatiza en una educación problematizada, donde se aplica los conocimientos previos y se busca llevar al estudiante a adquirir un razonamiento crítico. Entonces cual es el rol del estudiante; lo vemos como agente pasivo, encerrado, plástico, que carece de vocabulario, de ideales.
Pero más tarde se entrara en cómo se crea el estudiante plástico y su creador el maestro plástico. Como todo esto trae una serie de consecuencias que veremos más adelante. Mientras nos enfatizaremos en ver y entender la diferencia entre la educación liberadora y alienada.

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